Desde el año 1995 acariciaba la idea de hacer un libro acerca del patrimonio hidráulico peninsular de norte a sur y de este a oeste, siguiendo la milenaria huella del agua en su paisaje. Evidentemente se trataba de un sueño, posible, pero muy, muy complicado, puesto que su realización con recursos propios era francamente complicada por varias razones, fundamentalmente la económica, pero también pesaba mucho el desinterés por quienes deberían participar en su financiación, especialmente a causa de esta Babel plagada de fronteras interiores, ya sean políticas, lingüísticas, culturales o clientelares en que se ha convertido España.

A partir de ahí, pueden imaginar lo complicado que ha resultado realizar esta importante parte de mi sueño hídrico-monumental, por el que he necesitado recorrer en torno al medio millón de kilómetros en los más de treinta años transcurridos entre 1988 y 2019, compaginando los viajes con vacaciones, trabajos, congresos o escapadas de fin de semana. Hemos quemando decenas de miles de litros de gasolina y dejando exhaustos cinco vehículos.

No podría seguir sin mencionar la imprescindible ayuda de mi esposa. No sólo acompañando, sino siendo la mejor compañera de trabajo y copatrocinadora de esta locura quijotesca, renunciando a vacaciones cómodas y tranquilas mientras recorríamos espacios que casi siempre solamente conocen los lugareños.

Estas escapadas eran posibles cuando conseguíamos reunir el dinero para gasolina, hoteles y manutención, la climatología era propicia y encajaba en la vacaciones. Así hemos ido reuniendo el material de un puzzle del que aún no tengo todas las piezas, pero comienzo a montar.

Cada vez que entren aquí seguro que encontrarán cosas nuevas, porque está web nunca llegarán a verla acabada, porque no tiene fin, algo que –lamentablemente- no puede decir su autor.

En este portal de agua y patrimonio hidráulico e industrial verán elementos y paisajes que les sorprenderán, junto con otros que nunca conocerán. Unos han sido pasto del paso del tiempo, la corrupción o la ignorancia, en tanto que otros -como las postales de la colección Gavarró-Blázquez- porque en más de un siglo, no es fácil que las obras hidráulicas se mantengan igual. Unas por haber sido sustancialmente  modificadas, y otras porque son ruinas a cesar su misión.

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